Contradicciones (Editorial 19-03-2010)


La situación política argentina está en un momento difícil. Difícil hasta de interpretar, tal vez. Falta muy poco para que se cumplan 34 años del comienzo formal de la última dictadura, la que instaló el terrorismo de Estado, los centros clandestinos de detención, la tortura como método y la desaparición forzosa de personas. La represión, como sabemos, había comenzado bastante antes, durante el gobierno de Isabelita, con la triple A, y continuó aún después del retorno a la democracia. Al día de hoy, según cuenta la Correpi en su último informe, el Estado Argentino asesina a una persona cada 28 horas.
Es un momento difícil, decíamos, porque este Gobierno (gracias al cual ahora el 24 de marzo es un feriado más en lugar de ser una jornada de lucha) ha levantado las banderas de los derechos humanos y ha bajado el cuadro de Videla de la ESMA, pero no puede dejar de mostrar a cada paso sus propias contradicciones incluso en este plano, el de la violencia de Estado.
Dice el informe de la Correpi: “Desde que comenzó el gobierno de los Kirchner, que gusta definirse como 'el gobierno de los derechos humanos', ha matado con el gatillo fácil, la tortura, en cárceles o comisarías, a 1.320 personas”. Al final del programa pasado destacábamos un pequeño fragmento de este panorama: mientras en Posadas el gobierno transversal y kristinista de Closs apaleaba a desocupados y mujeres embarazadas, en Jujuy encarcelaban a manifestantes y los torturaban con picana. Todo sucedía casi al mismo tiempo. No es necesario aclarar que fue durante el mandato de Néstor que desapareció Julio López, el testigo principal del juicio a Etchecolatz. Sí tal vez sea necesario recordar que actualmente más de 6 mil personas están sometidas a procesos penales por causas políticas.
Pero las contradicciones no se acaban ahí y tal vez sirva abordar otro aspecto de las mismas para entender mejor lo anterior.
La deuda externa supo estar en el debate nacional después del ’83: Alfonsín prometió lo que no cumplió: no pagar la deuda con el hambre del pueblo, y la reivindicación del no pago era levantada por cada uno de los sectores que se movilizaban, conscientes de que su situación de miseria iba de la mano con el desangre que el imperialismo imponía, vía FMI, a los países dependientes. La deuda externa, además, era el resultado más evidente de la reconversión económica pro-capitalista que la dictadura había llevado a cabo: estatizando la deuda privada, el entonces funcionario Cavallo había elevado la deuda pública a cifras astronómicas. Está ampliamente demostrado, incluso en los estrados judiciales, que la mayor parte de esa deuda es absolutamente ilegítima.
El debate, cada vez que surgía, se dirimía en el dilema de pagar o no pagar. Hoy escuchamos a Kristina decir: “Hay que honrar la deuda” y entendemos que el debate pasa por pagar con reservas o pagar del presupuesto, y pagar a todos los acreedores, así sean palomas o fondos buitres. El gobierno “progresista” e “independiente” de los K es el que más deuda ha pagado históricamente, y la va a seguir pagando según se desprende de los últimos acontecimientos. Es necesario referirse a este tema para entender, según lo veremos a lo largo del programa, las contradicciones que también asoman con respecto al supuesto reclamo de soberanía argentina sobre las aguas que rodean las Malvinas.
Es un momento difícil, decíamos, porque la variante destituyente que está levantando la derecha y el discurso cada vez más repugnante de Clarín a veces impide ver con claridad que lo que está sucediendo no es más que una puja entre intereses superficialmente distintos, pero igualmente poderosos. Que el ruido de fondo que los medios no captan cuando muestran las peleas en el Congreso es el que verdaderamente importa: el que están haciendo los sectores trabajadores y populares últimamente, haciéndose escuchar en calles y rutas. Aquellos mismos que pueden decir, como en el reciente acto de la Correpi, que todavía no conocen qué significa la democracia.

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