El pueblo en la ruta (Editorial 11-06-2010)

“El pueblo en la ruta” se llama el último documental de una productora comunitaria local sobre la manifestación que cortó por 6 horas ininterrumpidas el tránsito en la ruta 12 de Misiones, a la altura de Línea Chica, tres kilómetros antes de llegar a Montecarlo. “El pueblo en la ruta”: escena de una provincia que no es sólo una sino varias a la vez, superpuestas, inconsistentes, poco armoniosas entre sí: la provincia del tarefero cada vez más empobrecido que lleva a toda su familia a la protesta bajo el sol, la del dueño de las cargas de toneladas y toneladas de monte sin vida que esperan ser transportadas a la vera del camino, la de los turistas que sólo pueden admirar la imponencia de las Cataratas o la figura de Ingrid Grudke delante de éstas y no entienden por qué no le dejan pasar, la del docente que se coloca en la primera línea de la resistencia sobre el asfalto levantando el cartel de la dignidad.
Cada vez es más difícil armar el rompecabezas de una provincia con algún sentido cuando las pistas se dispersan en tantas direcciones y para colmo hay que buscar la información con lupa, por entre el tamiz de la bajada de línea oficial que es la que le indica a los medios cómo hay que leer los acontecimientos, o hurgar en espacios marginales de comunicación.
“El pueblo en la ruta” es sin embargo el dato decisivo que permite arriesgar alguna lectura: una suerte de llave maestra que abre el camino de la comprensión. Cerca de 400 personas, entre docentes, tareferos, desocupados, empleados de la salud, municipales y padres hicieron en Línea Chica lo que hay que hacer en todos lados: unirse y plantarse. Algo similar hicieron los trabajadores de los Hospitales Baliña y Carrillo. Y los docentes de Posadas que primero trastornaron el tránsito en el puente de Garupá y luego marcharon a la Legislatura.
Estuvimos ahí, en la ruta, y vimos la escena completa. No sólo la de la provincia despojada y mísera o la de la provincia “productiva” que no se cansa de exprimir la selva, sino también aquella más “espectacular” y declamatoria protagonizada por la dirigencia gremial. Los mismos que días atrás rehusaron unificar la protesta en torno a una medida contundente se acercaban ahora a apoyar con los discursos el histórico corte, y se iban tan rápido como terminaban de hablar, transportados en sendas camionetas de la Policía, como corresponde a gente de su investidura.
El reclamo popular invertía su valor y se buscaba en él cierto sostén a la credibilidad de la conducción, cuando en realidad lo que puede percibirse, por debajo de esta escena y de muchas otras pasadas o recientes, es que cada vez que los trabajadores avanzan un paso la credibilidad de la burocracia retrocede dos. La presencia de representantes de la CTA de nivel nacional debe leerse también desde este punto de vista, así como la iniciativa de subirse al escenario que se vio por parte de ciertos legisladores. A veces uno tiende a sospechar que “El pueblo en la ruta” es en realidad su mayor temor.
Vimos la escena completa, decíamos. Pero si tenemos que quedarnos con una imagen nos quedamos con la del “Pueblo en la ruta”: la imagen de una provincia en lucha.

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