domingo, 28 de noviembre de 2010

Capitalismo feroz (Editorial 26-11-2010)

De repente los sucesos empiezan a revelar su costado más salvaje, si es que acaso podemos usar ese adjetivo teniendo en cuenta lo violenta, destructiva e inhumana que ha sido la llamada “civilización”, en comparación con la supuesta “barbarie” de los pueblos más consustanciados con la naturaleza, es decir, más salvajes.
Así que cambiemos el adjetivo: de repente, decíamos, los sucesos empiezan revelar su costado más feroz: un niño se muere de cáncer por manipular venenos, sometido al trabajo esclavo junto a toda su familia, el cólera mata de a cientos a los habitantes de una isla desvastada, traído por las tropas de ocupación de la ONU, una comunidad indígena recibe balazos por parte de “blancos” montados a caballo.
Siglo XXI: la “civilización” ha avanzado mucho en su carrera destructiva, tanto que nos encontramos con postales que parecen sacadas de otros siglos, como si la humanidad no hubiera conseguido, después de dolorosas y largas luchas, conquistas laborales, prohibición del trabajo infantil, avances en la ciencia médica, reconocimiento del derecho a protestar, consagración de la igualdad entre las distintas etnias y culturas.
La “barbarie” capitalista, y nuevamente nos corregimos: la ferocidad capitalista, mejor dicho, arrasa con todo.
Ezequiel Ferreyra tenía seis años y había contraído un cáncer terminal por haber sido obligado a limpiar el guano de las gallinas y colocar veneno para moscas en una avícola ubicada en Pilar, provincia de Buenos Aires, para la que trabajaba su familia. Murió hace pocos días, después de algunas intervenciones quirúrgicas que no pudieron eliminar el tumor de su cabeza. Su familia, al igual que muchas otras provenientes de distintas zonas de la Argentina, e incluso de otros países, vivía en la granja y trabajaba en condiciones de esclavitud. Provenía de Misiones, para más datos.
Mil 523 es el último número relativo a la cantidad de muertos por cólera en Haití, donde los habitantes se han levantado en contra de la supuesta “misión humanitaria” de la ONU, los famosos cascos azules, acusándolos de traer la epidemia. Una minúscula bacteria no pudo ser contenida en su expansión a pesar de que existen tratamientos y medicamentos eficaces, debido a las pésimas condiciones sanitarias del castigado país.
Más cerca, en la vecina provincia de Formosa, los miembros de la aldea toba Qom recibieron no sólo la intimidación de la policía sino además los disparos de los integrantes de una familia que ocupa sus tierras, que son las que los aborígenes están reclamando. Armados y montados a caballo, los agresores se sumaron a la violencia policial desatada previamente contra los manifestantes, que le costó la vida a dos de ellos, incluidos ancianos.
De repente los sucesos empiezan a revelar su costado más feroz y pareciera que el resultado de largas y dolorosas luchas hubiera sido arrasado. Asoma el carácter regresivo de nuestra "civilización" capitalista. El sistema, simplemente, está mostrando sus dientes. 

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